Carta desde varios rincones de un planeta herido en solidaridad con los pueblos indígenas de México

Estamos en un planeta lastimado y agotado por la lógica extractivista y de mercantilización de todo lo que permite que en él exista vida. En el mundo existen también muchas luchas por detener esa inercia autodestructiva, por tratar de proteger la tierra, el aire, el agua y por resistir los incesantes ataques de quienes sólo saben aspirar al dinero que se gana de la destrucción. Entre esas luchas, la de los pueblos indígenas de México ha sido incansable e inspiradora ante la guerra permanente que virreyes y presidentes han desatado en su contra.

Tan sólo en los últimos días, bajo la administración de Andrés Manuel López Obrador hay una nueva ola de agresiones en contra de los pueblos indígenas y de uso del poder del Estado para favorecer los intereses del mercado, como lo denunciaron en un comunicado conjunto del Congreso Nacional Indígena y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional .

Desalojo del Altepelmecalli “casa de los pueblos”: atentado a la libre autodeterminación de los pueblos originarios.

En Contexto

En la carretera Puebla- Huejotzingo los automovilistas observan una larga fila con más 50 vehículos con agentes y piensan que seguro van por un pez gordo: son tantos policías que pareciera que se dirigen a detener a un peligroso grupo criminal de huachicoleros o narcotraficantes, o tal vez, por las dimensiones del operativo, que van a buscar a un estafador, un grupo de lavadores de dinero o por un político corrupto y prófugo como Ricardo Anaya. Pero los miles de pesos invertidos en gasolina, vehículos, pago de los agentes y los salarios de burócratas de los tres niveles de gobierno no persiguen asaltantes, tampoco secuestradores, asesinos o violadores, ni mucho menos van en busca de alguna de las 90 mil 34 personas desaparecidas y no localizadas.

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La Casa de los Pueblos

Con policía militarizada desalojan Casa de los Pueblos Altepelmecalli, Puebla

15 de febrero 2022, Juan C. Bonilla, Puebla, México.

De madrugada, para ocultar el abuso y robo del agua que la transnacional Danone-Bonafont ha cometido, el gobierno mexicano llevó a cabo el desalojo e invasión del Altepelmecalli, La Casa de los Pueblos, espacio desde donde comunidades indígenas expulsaron a la empresa que explotó por más de 29 años los mantos acuíferos de la región, robando más de 590 millones de litros de agua al año, provocando escasez del recurso y graves afectaciones. Las instalaciones fueron convertidas en un espacio de encuentro y compartición de saberes, donde se impulsan proyectos comunitarios y autónomos. El gobierno mexicano, el cuál fue invitado a presentarse en el lugar por las comunidades, muestra una vez más, que privilegia la violencia y desprecia el diálogo al someterse a las demandas del capital internacional de Danone-Bonafont.